03 junio 2008

El amanecer I

A veces tras la ventana de mi habitación creo observar como llega el amanecer con un as en la manga y es entonces cuando la vida empieza a repartir las cartas que voy y/ o vamos a jugar aquel día. Entonces sé que a pesar de mi buen o mal juego será el mago quien controle la partida.
Para mi lejos de que eso sea una mala premonición creo que es la mejor de las posibles y está en sintonía con una de mis frases preferidas: “Nada que defender, nadie a quien atacar” esta combinación de palabras tiene un efecto en mi mente relajante, me libera de aquella otra infinitamente más esencial que está en la mente de todos: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” Esa frase de castigo nos empuja a defender nuestro pan y atacar a quien nos amenaza con robarlo o simplemente lo mira con deseo.

Tal vez por eso en un alarde de sabiduría los creyentes construyeron una oración que también está en la mente de todos y en una parte dice “El pan nuestro de cada día dánoslo Señor en el día de hoy” La oración lejos de pedir la seguridad de recibir algo necesario para la supervivencia pide que el Padre sea quien nos lo dé porqué sino, vamos a tener que matarnos para obtenerlo y defenderlo.
“Nada que defender, nadie a quién atacar”, suena a frase irreal, algo que no tiene que ver con el mundo en que nos movemos. Es impensable, rompe nuestras creencias más profundas y ancestrales. Tal vez porqué tiene que ver con lo fácil, con el fluir, con el no forzar, con el estar tranquilos, con el saber que todo acaba en el final del juego donde siempre hay un as que el Mago nos ofrece.

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