Un hombre gritaba palabras incomprensibles, gesticulaba mientras mostraba un papel como indicando que alguien lo había separado de algo o alguien bruscamente. Frotaba con las manos sus brazos indicando frio y luego lloraba o parecía llorar.
Todos los hombres y las mujeres seguían con la mirada aquellos aspavientos, interpretando cada uno de los gestos sin alcanzar el significado de la historia. Aunque no todos, hubo alguien que se paró y miró a los ojos del extraño para capturar una imagen: Aquella mujer que durante 48 años llamó madre acababa de morir y aquel hombre gesticulaba su desesperación, la hacía pública para reclamar un pequeño consuelo en aquel país de gentes extrañas.
Aquella persona sostuvo la mirada del extraño durante varios minutos y avanzó hacia él para abrazarlo. De pronto los comentarios cesaron y un gran sollozo dejó temblando las almas ignorantes que entonces pudieron entender.
Hay personas dolientes y otras que saben consolar.
Todos los hombres y las mujeres seguían con la mirada aquellos aspavientos, interpretando cada uno de los gestos sin alcanzar el significado de la historia. Aunque no todos, hubo alguien que se paró y miró a los ojos del extraño para capturar una imagen: Aquella mujer que durante 48 años llamó madre acababa de morir y aquel hombre gesticulaba su desesperación, la hacía pública para reclamar un pequeño consuelo en aquel país de gentes extrañas.
Aquella persona sostuvo la mirada del extraño durante varios minutos y avanzó hacia él para abrazarlo. De pronto los comentarios cesaron y un gran sollozo dejó temblando las almas ignorantes que entonces pudieron entender.
Hay personas dolientes y otras que saben consolar.
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