25 mayo 2007

Del desafío o lo que se desea cuesta

Parto de Barcelona y me pierdo en Castelldefels. Es como mi sino, pero lejos de desanimarme concibo mi meta como un destino, un desafío, algo a lo que no quiero ni creo que deba renunciar. Mi objetivo es el goce y de cráneo hacia él me dirijo
El cielo describe con aquella belleza amenazante, la tormenta y a las 7 de la tarde Los Monegros se oscurecen para dar al rayo el esplendor que requiere. El aguacero no espera y se torna cortina que envuelve el pequeño espacio que me lleva al goce. Luego la noche que siempre es misteriosa para alguien que sin rumbo conocido pretende llegar a un puerto.
Las voces desde mi anterior patria me dan soporte, me indican los caminos correctos, me animan en mi aventura, porqué en eso consiste el cariño en la confianza de que el camino del otro es andable y va cargado de olores y polen. Mi voz interior controla mis nervios mientras dice: Itaca es el camino. A pesar de mis creencias veo en la oscuridad y navegando por su ruta llego donde se me espera y se me acoge.
Se trata de un alto para cambiar rutinas, para dejar atrás lo que a veces nos parece lo único. Para sentir el silencio a pesar de que la maleta va cargada de libros, de música y de propósitos. A pesar de que mi “programa” en este recóndito lugar no deja tiempo para lo de siempre, sino que se empeña en que otras experiencias sean vividas por este cuerpo un tanto baqueado por años ya de presencia y por mi espíritu deseoso de manjares mejores que los habituales.
Un alto decía para no hacer, para sentir que en este lugar, tan familiar y en cambio desconocido. Aquí voy a vivir un tiempo de mi vida exquisito, donde mi cuerpo se va a fortalecer y mi espíritu aligerar.Las voces de mis queridos están en todo momento riendo y apoyando mi ruta. Me siento bien y cierro propósitos que aquí hoy no tienen cabida y abro desconocidas posibilidades para incorporar en mi vuelta. Para sentir en lugar de pensar

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