
Nos conocemos muy bien y aunque ayer reímos, otras veces hemos llorado y siempre ha habido ese enorme cariño que refuerza y da brillo el tiempo transcurrido por nuestras comunes vidas.
Seguramente mis amigas más jóvenes no entiendan la profundidad que significa atravesar en la mirada de tus amig@s el tiempo. Viajar por él con sólo conectar las miradas y reconocer las ilusiones que fueron y que se concretaron o no en un tiempo que fluyó hacia este presente que ayer nos acogió y que ya es recuerdo.
El juego del tiempo, un concepto para entender la ruta del nacimiento a la muerte. Una ilusión que sirve para explicar nuestros recuerdos y proyectar nuestras expectativas. Tal vez la magia de la vida se deba al binomio espacio-tiempo y entre este binomio se columpia toda una vida.
Mi tiempo no es el tiempo de mis padres, más tranquilo y menos confortable, ni el de mis abuelos. Mi tiempo, el tiempo de hoy es rápido, tensional y disperso. Se nos exige más producción en menos tiempo, en el trabajo, en nuestro ocio, hay que leer más, ver más cine, estar más con los hijos, producir más en el trabajo, saber más, atender mejor a nuestros amigos. El tiempo se acelera, según la teoría de la termodinámica y cuando llevemos el tiempo a la velocidad de la Luz nos convertiremos en Luz. Creo que eso aunque de otra manera también lo dicen los budistas. Interesante.
El tiempo de hoy no es el tiempo de ayer. Tal vez por eso necesitamos volver aunque sólo sea de paseo a la naturaleza donde el tiempo todavía se hace lento, presente.
Decía que estoy aprendiendo a gestionar mejor mí tiempo, porqué creo y así lo experimento que hay una diferencia entre el tiempo exterior a mí, de la densidad del mundo, de las cosas materiales al tiempo interno mío dónde puedo, si ese es mi deseo, detenerme y ser sin hacer, ni pensar. Volver a otro estado de conciencia dónde el tiempo desaparece.
Un domingo dónde todo preconizaba ilusión
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