
Mi madre se ha ido haciendo mayor sin darse mucha cuenta. Nunca olvidaré otra mañana de domingo, no hacia mucho de la muerte de mi padre cuando me recibió llorando (mi madre no suele hacerlo) y entre sollozos me dijo: “es que me he hecho vieja”. Todavía hoy al recordar aquel momento en el que ella fue consciente de su vulnerabilidad, del transcurso de una vida con mucho pasado, me conmuevo y siento una enorme compasión. La abracé y ella con una gran rapidez se recompuso y como si nada hubiera sucedido pasamos a la sala donde hacemos nuestras actividades dominicales. Así es ella.
Nuestras actividades comienzan por repasar aquellos eventos políticos o deportivos más interesantes de la semana. Aunque ya he repasado la prensa dominical en mi casa suelo dar un vistazo a su periódico antes de que mi octogenario tío aparezca a les 11,30 am y se apropie del mismo.
Cuando él llega y hemos terminado los saludos y él ha contestado a todas mis preguntas sobre el transcurso de la semana, mi madre y yo repasamos los deberes del taller de memoria al que acude puntualmente todos los miércoles a primera hora de la tarde. Siempre nos reafirmamos en lo importante de acudir al taller de la memoria y más cuando a veces no se acuerda de sus deberes. Después pegamos cromos, bien pegamos en un libroalbum fotocromos de principios de siglo y las comparamos con fotografías actuales. Las de Barcelona nos agradan especialmente y ayudan mucho a la evocación. Mientras todo esto hacemos, mi tío lee atentamente el periódico, que más parece que lo estudia y de vez en cuando suelta algún comentario entre trivial y ponderado.
Siempre que me siento junto a mi madre me viene el recuerdo de ella repasando mis deberes y atendiendo a mi educación y me siento devolviendo algo de lo recibido.
Me gusta vivir estos momentos
1 comentario:
Qué importans són aquests petits moments de la vida... M'imagino la teva satisfacció al viure'ls i ara al recordar-los!!.
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