29 diciembre 2006

Algunas paradojas

Josep el farmacéutico de mi barrio, boletaire como el que más i estudioso de las setas es uno de los mejores “botiguers” de entre todos los que conozco y trato. Cuando entras en la farmacia te sonríe dándote a entender su alegría por el encuentro, te pregunta por tu vida y te cuenta cosas de la suya. Te aconseja el mejor fármaco para las molestias que le cuentas y te despide con otra sonrisa premonitoria de nuevos encuentros. Su actitud genera simpatía y una buena clientela, cosa que le conviene. Ahí está la moraleja se trata del plus que dan los buenos profesionales. Pero en cambio la paradoja está en un operario del gas que ha visitado mi casa esta mañana a petición mía porque descubrí que la caldera perdía agua. El operario, un chico amable, tranquilo (quedamos de 9 a 10 y llegó a las 11), se ha tomado su tiempo para cambiar el imán, que al parecer era la pieza perjudicada. Me ha dado instrucciones sobre la presión del agua y cuando le dicho que este año no se habían “purgado” los radiadores muy amablemente se ha ofrecido a hacerlo a pesar de que al parecer esa función no formaba parte de sus obligaciones. Le he dado las gracias diciéndole que he conocido pocos profesionales tan eficaces como él. Por su parte ha sonreído satisfecho por el trabajo bien hecho, en fin un idilio profesional si no fuera porqué ahora no funciona la calefacción, ayer funcionaba.
Así que aquí me tenéis abrigada y con guantes elucubrando sobre la profesionalidad y sus complejas manifestaciones y mañana sábado.
Buenas y frías noches

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