30 noviembre 2006

¿Las razones del corazón?

Pascal dixit: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Solemos decir “No te preocupes, tu haz lo que te diga en corazón” y el corazón es una víscera que bombea sangre al resto del cuerpo. ¿Entonces que queremos decir cuando decimos corazón o parafraseando el título de una peli “porqué decimos amor cuando queremos decir sexo”? ¿Hay “algo” una voz al parecer que dice cosas (haz lo que te diga el corazón, decimos) o que elabora razones que otra parte nuestra propia razón no capta? Una razón que aparece como deficitaria, estropeada, poco útil. Pues vaya!!! con lo contenta que me puse cuando con la confirmación el Obispo me infirió el “uso de razón” Os aseguro que fue el paso de la infancia al juicio, una quimera por lo demás, pues con el tiempo se ha ido demostrando, que nunca he poseído gran juicio, y aún así me emociona aquel recuerdo de mí misma sintiendo que ya estaba preparada para el “uso de la razón”. Preparada podría estar pero creo que desestimé el logro de tal preparación y con la perspectiva que da el tiempo no me ha parecido mala decisión.
¿Porqué qué es eso de la razón? Además de lo que quiere tener siempre mi madre y con toda seguridad yo misma. ¿No se trata (eso de la razón) de lo aprendido por impuesto, lo razonable por aprobado, lo que se espera de ti, (lo único que te pido es que seas razonable, decimos, me han dicho tropecientasmilveces)? ¿No se trata de aquella elaboración del pensamiento siempre tan puesto, tan forzado a la coherencia, a la complejidad del argumento (racional) para volver de nuevo al punto del interrogante? ¿No es lo racional lo cómodo frente a lo irracional lo arriesgado? No encontramos ahí la contradicción complementaria entre el “debe” y el “haber”?
Sinceramente creo que mi corazón, ese “quantum” de información de calidad, que no sé lo que es, ni donde se halla ni a donde me lleva, me mandó un buen impulso cuando a los 8 años, delante del Obispo que me confirmaba en el buen camino, impulsada hacia la utilización de la razón decidí no perderme por esos derroteros y que puestos a perdernos tal vez otros caminos me acogerían como en su día el espejo acogió a Alicia, esperando siempre las irracionales pero divertidas sugerencias de mi propio gato de Cheshire.
Así fue y seguramente cuando mi mente se pierde en la dispersión de las ideas actuadas y reprimidas, cuando sentada en mi zafú, respirando profundamente puedo observar la complejidad del pensamiento, de mi propio pensamiento, me alegro de haber desarrollado una intuición que aunque a veces me pierde siempre encuentra la manera de salvarme de tanto razonable trasiego que hemos construido como una pasarela hacia ningun parte.
Creo que hoy me he levantado rara y en eso si creo que la“razón
me ampara.

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