Poco a poco vuelven de sus vacaciones mis seres más queridos y siento como la ciudad despide un aroma más sutil y las calles perecen más alegres. Son así los efectos del cariño. Mañana el primer encuentro post vacacional con un Gamper, como viene siendo tradicional. Vengo de una estirpe culé, algunos de sus fundadores, los más mayores ya no están con nosotros, aunque sus restos (los de mi abuelo y hace poco los de mi padre) están muy cerca del Camp Nou y seguramente nos oyen. Otros ya no pueden ir al estadio, se les hace difícil y pesado volver a aquel lugar donde han pasado tan buenos y tan malos momentos, sus piernas o su ánimo no los acompañan pero saben que estamos allí cantando como descosidos, riendo como maníacos y convencidos de que el Barça es más que un club. No soy forofa, sólo cuando me reúno con mi familia para ver un partido, entonces me dejo llevar por el entusiasmo de mis sobrinos vestidos de culés, de mis hijos que siempre me sorprenden con sus mejores conocimientos de estrategia futbolística y por supuesto con Pere el “alma mater” en estos momentos, de esta tradición que os cuento. Bien en una semana también mis vacaciones se habrán liquidado y otros problemas inundaran mi mente por si acaso otra imagen de agua y silencio |
21 agosto 2006
De vacaciones, recordando (V)
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