18 agosto 2006

De vacaciones, recordando (IV)


Sigue el verano con sus días y sus noches. Pasan los minutos con la misma cadencia enigmática que a veces parece presa de una malsana aceleración y otras con una pesada parsimonia. Muestro en las fotos espacios abiertos, un viaje exterior que ha sido un preludio a un viaje interior donde las emociones en estricta formación revolucionaria marchan para abarcar espacios de consciencia. Lo he dicho ya: el tema es la decadencia, el final.
Estas pequeñas revoluciones nos hacen mayores, seguramente un poco más sabios y abiertos.
En mi ventana de nuevo plantas y por los altavoces Antonio Gala habla de su libro de poemas “Tobías desangelado” un libro que viene escribiendo desde hace 20 años. Dice que no tema la muerte y que el poeta y el profeta son meros transmisores de la voz profunda que llevamos dentro. Es exactamente lo que pienso y en muchas ocasiones defiendo. L@s poetas somos transmisores de una voz que quiere manifestarse más allá de nuestra propia voluntad, así que hoy además de colgar en este post uno de mis paisajes de verano voy a elegir unos versos de mi poemario: Desde el rincón de la niebla.

ROMPER
la postura rebelde,
mostrarme vencida
por el tiempo

ADORNAR
la tristeza
con los fragores
del llanto

CUBRIR
el laberinto
de espesas
oraciones
Y después

RECOMPONER postura y sombra
ASPIRAR el aire en condiciones
IGNORAR la novedad en el espejo
PONERSE el verbo más brillante
ADORNAR con versos la memoria
RECONOCERME, en fin, vestida de diario


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