Sigue el verano con sus días y sus noches. Pasan los minutos con la misma cadencia enigmática que a veces parece presa de una malsana aceleración y otras con una pesada parsimonia. Muestro en las fotos espacios abiertos, un viaje exterior que ha sido un preludio a un viaje interior donde las emociones en estricta formación revolucionaria marchan para abarcar espacios de consciencia. Lo he dicho ya: el tema es la decadencia, el final. Estas pequeñas revoluciones nos hacen mayores, seguramente un poco más sabios y abiertos. En mi ventana de nuevo plantas y por los altavoces Antonio Gala habla de su libro de poemas “Tobías desangelado” un libro que viene escribiendo desde hace 20 años. Dice que no tema la muerte y que el poeta y el profeta son meros transmisores de la voz profunda que llevamos dentro. Es exactamente lo que pienso y en muchas ocasiones defiendo. L@s poetas somos transmisores de una voz que quiere manifestarse más allá de nuestra propia voluntad, así que hoy además de colgar en este post uno de mis paisajes de verano voy a elegir unos versos de mi poemario: Desde el rincón de la niebla. ROMPER la postura rebelde, mostrarme vencida por el tiempo ADORNAR la tristeza con los fragores del llanto CUBRIR el laberinto de espesas oraciones Y después RECOMPONER postura y sombra ASPIRAR el aire en condiciones IGNORAR la novedad en el espejo PONERSE el verbo más brillante ADORNAR con versos la memoria RECONOCERME, en fin, vestida de diario |
18 agosto 2006
De vacaciones, recordando (IV)
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