15 agosto 2006

De vacaciones, recordando (II)


El mayor prodigio del mundo, entendiendo el mundo como aquello que existe, es el silencioso vacío, eso dicen los grandes místicos. Intuyo que debe ser así pero no lo experimento. El silencio hasta hace un tiempo me dolía. Ya no. Ahora desde mi sillón mientras escribo este nuevo post, el silencio de una ciudad casi vacía lo rompe el sonido le las gotas de lluvia que caen sobre el toldo de la terraza. El cielo cerrado y gris preludia tormenta, es como una ficción de inicio de otoño. Un pequeño regalo que nos aleja del horno estival que hemos sufrido y es por extravagante atractivo.
El sonido del mar y de la lluvia ; los olores que ambos desprenden al contacto con la tierra, la experiencia del viento sobre la cara (de nuevo Raimon) entrecortando la respiración, el sonido de un riachuelo de montaña buscando su cauce; forman parte de mis placeres más intensos y a la vez más relajantes.
La ciudad en un mes de agosto que preludia octubre, la lluvia que arrecia y va serenando el ánimo, en mi casa silencio de músicas y voces. Solo palabras, las que voy escribiendo para este post y una imagen que recuperar de la retina para mostrarla.
15 de Agosto y voy a por la chaqueta.

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