25 julio 2006

Dolor y deseo

Muy suavemente, con la sutilidad con que se desparrama la seda sobre la piel desnuda ella le dijo NO. Las formas fueron tan elegantes que apenas él se dio cuenta de su fugaz paso por el desierto, por la nada y sólo cuando su conciencia recuperó el momento presente y se sacó de encima el letargo de las buenas palabras cayó en el vació infértil, en la nada que todo lo traga.
Buceó en el desconsuelo y lanzó al espacio un trozo grande de corazón pero el resto insistía en latir, uno y otro latido mientras el aire llenaba y vaciaba sus pulmones encarnándolo en su existencia. Ninguna luz alumbraba y la palabra NO cubría de polvo su máxima expresión de dolor.
De nuevo el vía crucis particular y emocional se abría pletórico para que sus pasos fuesen dejando huellas que junto a otras formase un col.lage de pasos sin rumbo.

Un día soleado aunque lluvioso, ella despertó de un globo que pinchó el miedo y con una sonrisa le dijo SI, vio como él salia de aquel desierto sin voces y le gritó de nuevo SI. Pero él hundido en el desgarro de la desilusión no supo apreciar el monosílabo afirmativo y salió a una ciudad que le esperaba y se sentó en una terraza a tomar un té y la camarera le sonrió y el le dijo: ¿Cuándo sales? Y ella a les 11 y él: ¿te espero? Y ella dijo SI

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