13 junio 2006

Hacia el inconsciente con valor

Esta madrugada al abrir por cuarta vez los ojos ya irremediablemente para levantar el cuerpo y ordenarle acción, he tenido una súbita e inhabitual descarga de adrenalina. Y extrañamente a esas horas de la mañana he pensado que la vida era magnífica. Eso casi nunca me pasa y que hoy sucediese me ha parecido un regalo. Personalmente creo que tiene que ver con el viaje onírico. Ese viaje sorpresa del inconsciente que nos lleva por los paisajes de un mundo desconocido para la vigilia pero tan real como la vida misma y aquí la frase hecha me viene bien. Creo que he soñado que alguien que en el mundo real, sospecho que no me quiere, en ese otro mundo me llenaba de afecto y de vuelta al mundo consciente esa sensación me ha durado y creo, y esa es la magia de hoy, que ha hecho cambiar mi percepción consciente de esa relación. Y si mi percepción ha cambiado mi realidad también. Entonces mi felicidad de hoy tiene razón de ser pues he ganado un amigo.
Ya sé que todo eso es un poco rollo aunque a mi me resulte fascinante. Pero creo que cuando la vida se hace prosaica hay que adentrarse por vericuetos laterales llenos de sorpresas, donde puede nacer una verdad tras cualquier arbusto.
Me gustaría indicarle cada noche a mi mente inconsciente aquello en lo que me gustaría soñar para vivir conscientemente mejor, pero no se hacerlo, como tantas otras cosas. Pero no pierdo la esperanza y confío.
Siempre confío.

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