
Hoy fuera de aquel reducto me siento un poco abrumada por una ciudad que crece y en la que apenas vivo.
Me planteo serle infiel, irme a un lugar más tranquilo, más cercano al mar, un lugar donde habitar y envejecer. Una ciudad slow, donde todo esté a menos de 15 minutos. Donde nos conozcamos casi todos (ya no siento necesidad de aquel anonimato de ayer). Soy lo que soy, lo que he ido construyendo día a día y esa imperfección muestro. Es lo que hay.
Me llevaría mis vivencias de aquella otra ciudad más sórdida, pero la luz de ésta de hoy tan repleta de caras desconocidas, de contenedores de basura de basura fuera de sus contenedores y de pequeñas maravillas.
Por eso mi baile de conjeturas me distrae este fin de semana de lo importante. Ser infiel no resulta fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario