07 marzo 2006

Desde la gripe no aviar (supongo)

Aquí me tenéis moqueando, con los ojos llorosos, con una presión craneal que empuja hacia la inactividad, pero tampoco, porqué la vida sigue y alguna (es un decir) tarea profesional ha quedado pendiente, porqué tengo una compañera de piso que necesita salir 3 veces a pasear y otras cosas más imprescindibles si cabe; porqué esta servidora come (a veces demasiado) y comer implica preparación deglución y digestión (qué pesadilla últimamente), porqué la vida sigue y en este planeta siguen los desaguisados que inquietan mi espíritu, ¿se pude instalar impunemente la mentira el la vida política?, contaminará ésta la vida social, nuestras relaciones, nuestra cotidianidad. La política comercial ya lo está desde hace muchos años, sabemos que cuando compramos nos mienten pero exigimos que se lo trabajen, que nos mientan con clase, anuncios divertidos que nos muevan sentimientos, emociones. En fin que inviertan en mentir, al menos que no les salga gratis. Exigimos aquello de: Dime que me quieres aunque sea mentira.
¿Pero quién dijo inactividad?
El teléfono suena y yo pienso: es alguien que quiere saber como sigue mi proceso gripal, pero no, es la compañía del gas (la de la Opa?) que quieren pasar para hacer la revisión anual. El cartero que me trae la confirmación de un burofax, la vecina que teme que la construcción de unos pisos próximos a los nuestros perjudique nuestras estructuras, Ono, la empresa a la que pago Internet (entre otras cosas) me pregunta que tipo de conexión a Internet tengo, Increíble no? Hay vida en mi casa cuando yo no estoy, que sorpresa!
Por fin mi madre llama para preguntarme si estoy tan mal que no voy a trabajar y le contesto: quien dice que no trabajo?
En fin, creo que mañana me daré de alta haber si entonces descanso.

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