19 septiembre 2005

Entre momentos de relax

Todavía aturdida por un día frenético y poco efectivo, llego a casa y me preparo una tisana. Elijo té verde y lo aromatizo con trocitos de canela, le añado unas flores de anís estrellado para percibir un punto de frescor dulcificado, y espero los dos minutos reglamentarios que me aconseja mi experto suministrador de hierbas (legales) , con quién me gusta liberar “charleta” sobre esto y aquello, para terminar hablando siempre de política.
No nos gusta Bush, no nos gustaba y sigue sin gustarnos Aznar, de Rajoy ni hablamos y nos parece que Zapatero es un tipo (si no se estropea) bastante legal, aunque, ambos pensamos, que la izquierda ya no es lo que era y esto del Estatut que tanto mueve a algunos, a mi me deja un poco fría y creo que al herbolario también.

Muchas coincidencias, cualquier día nos invitamos a cenar y tal vez descubramos nuevos lugares comunes o incluso me cuente su secreto: la preparación de un té que, dice, rejuvenece lo físico y lo psíquico. ¿Hombre, le digo, lo de lo físico ya lo tengo asumido (los años no paran de dejar huella en el cuerpo) pero de verdad cura lo psíquico?

Por mi cabeza los pensamientos se suceden con prisa desordenada; me he manchado la camisa en la comida, la reunión no ha salido como esperaba, mi agenda de trabajo esta repleta, la novela que leo está estancada, la nevera empieza a estar vacía, he de llamar a Roger, ayer no se encontraba muy bien, también a mi madre, la peli de ayer que buena! ¿que voy a cenar?

Reprimo los pensamientos, intento relentizarlos para paladear lentamente mi bebida. Está muy caliente, como a mi me gusta. Sería perfecto acompañar el momento con música, son las 8 de la tarde me apetece algunos motetes de Desprez o tal vez Guimnopèdies de Satie. Si mejor Satie.

Bruna apoya su cabeza en mis rodillas, percibe que es éste un momento relax y también quiere disfrutarlo. Pienso en las dificultades de alimentar un blog, pensar temas, buscar tiempo para escribir y tal vez hoy no escriba nada. Hoy un té de canela, esa música que flota llena de sensualidad y una sutil sensación de estar presente aquí, en esta sala, en este momento, ahora. Atrás queda la entropía, la vorágine de las noticias que me afectan, de las cosas que suceden. Aquí sólo acordes, sabor de té y la mirada tierna de mi sibarita perra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tan de bó una tassa de tè verd ens reforcés el cos i l'esperit (o és l'ànima?)Fins i tot jo m'hi acostumaria.
Una bona tassa de tè, una música relaxant i, de cop i volta, els mobles del cap tornen al seu lloc. Això seria fantàstic.