Eso que te sucede tiene varias interpretaciones, dice un hombre mayor a una joven que lo acompaña: Todo depende del color del cristal. Camino tras ellos guardando su espalda y me viene al pensamiento una escena de una de mis películas favoritas “El cielo sobre Berlín” del maravilloso Win Wenders; la imagen de un ángel con un gabán largo observando, escuchando aquietados nuestros monólogos erráticos, circulares, ansiosos. Desde un silencio nuevo pero eterno. El ángel que nos aguarda.
Les dejo al doblar la esquina con la sensación que la conversación seguirá creciendo hacia la comprensión del concepto de relatividad, es lo que el hombre quiere transmitir: se aprende a vivir viviendo, cayendo y levantándose.
Una niña pasa por mi lado y le dice a su padre: mira papá un firmamento y le señala una tela estampada de soles, lunas y estrellas expuesta en una tienda de mercadillo. Me sorprendo por la utilización de la palabra “firmamento”, me parece bonita, tan inusual. Le regalo (a la niña) una sonrisa y me regalo una mirada lenta a un firmamento claro aunque con nubes que reflejan una luz nítida y sospecho que segura.
¡Si lloviese! dice una señora atenazada por tanto calor inmerecido mientras mira las nubes de este cielo de agosto, en su sonrisa aquella esperanza de lo que se cree imposible.
Me gusta la lluvia ya superado el miedo al “Diluvio Universal” que experimenté en la infancia. Me gustaría, como a la señora, que lloviese, aplacar el calor y observar de nuevo el milagro del agua caída del cielo.
Les dejo al doblar la esquina con la sensación que la conversación seguirá creciendo hacia la comprensión del concepto de relatividad, es lo que el hombre quiere transmitir: se aprende a vivir viviendo, cayendo y levantándose.
Una niña pasa por mi lado y le dice a su padre: mira papá un firmamento y le señala una tela estampada de soles, lunas y estrellas expuesta en una tienda de mercadillo. Me sorprendo por la utilización de la palabra “firmamento”, me parece bonita, tan inusual. Le regalo (a la niña) una sonrisa y me regalo una mirada lenta a un firmamento claro aunque con nubes que reflejan una luz nítida y sospecho que segura.
¡Si lloviese! dice una señora atenazada por tanto calor inmerecido mientras mira las nubes de este cielo de agosto, en su sonrisa aquella esperanza de lo que se cree imposible.
Me gusta la lluvia ya superado el miedo al “Diluvio Universal” que experimenté en la infancia. Me gustaría, como a la señora, que lloviese, aplacar el calor y observar de nuevo el milagro del agua caída del cielo.
En la imagen//En última instáncia// de la exposición: La veu estràbica
2 comentarios:
La pluja no sempre es porta com voldríem, però sempre tindrem al nostre costat gent com la Mercè, Que bona és la vida!!!
Ah i sobretot, que cada una parli per ella.
Publicar un comentario