08 agosto 2005

Entre acordes


Hoy el País dominical trae una entrevista con Jordi Savall, siempre me interesa lo que cuenta, lo siento cargado de sabiduría, en un mundo más harmónico; su nombre en mi pensamiento siempre está ligado al olor de madera antigua, a acordes desafinados para afinar instrumentos y paradójicamente también al silencio, envoltorio natural de la música.
Luego me levanto para elegir una pieza. Hoy, un poco dirigida por sus comentarios sobre Marais elijo la banda sonora de la película de Alain Corneau “Tous le matins du monde”. Ahí están sus acordes esparciendo el espíritu barroco por el ambiente zen de mi casa, atravesando paredes y ventanas para esconderse también en otros oídos tan ávidos como los míos de más sonidos intemporales. La música antigua y especialmente la polifonía barroca me serenan y siento un sentimiento que parece trascender el tiempo, elevar el espíritu.
Me fascina una y otra vez dar vueltas por el MNAC, contemplar las figuras hieráticas y en cambio llenas de expresión, de movimiento; sus colores vivos, básicos e intensos, seguramente se trata de la belleza tratada sin pretensiones: La simplicidad, la sencillez, la autenticidad.
Entonces si dejo dar una vuelta a la imaginación entre piezas románicas o músicas medievales, a la vuelta me ofrece un pensamiento muy ligado a la reencarnación de mi espíritu en alguna iglesia románica tal vez pintando un fresco, o en alguna orden cisterciense cantando gregoriano; mi imaginación tiene la peculiaridad de salir conmigo y volver con otra.
El CD de Marais se silencia, ya hace rato que terminé de leer la buena entrevista con Savall; estoy de acuerdo con él, la música nos indica un cierto camino de trascendencia. Llega el mediodía y la casa se llenará de gente querida, de nuevas vivencias, seguramente de planes de futuro. Pasado, futuro dos caras de la misma moneda.


A la imatge /Quin soroll el meu esperit/ de l'exposició La veu estràbica: Barcelona 1995

No hay comentarios: