10 enero 2010

Momentos perfectos III




Me parece que uno de los mejores objetivos a los que puedo aspirar es el de llenar mi mochila vital de momentos perfectos. Para ello es necesario más que crearlos, que también, saberlos reconocer. Los momentos perfectos están en la vida de todos, en el mundo particular de cada uno y sólo es necesario capturarlos con nuestra atención y dotarlos de significado para que nuestra mente los pueda reproducir a nuestro antojo, recrearlos desde la experiencia que da el haberlos vivido.
Algunos ejemplos de momentos perfectos para mí que sucedieron en mi vida la pasada semana:

La mesa de mi despacho por fin ordenada, la temperatura, gracias a la calefacción, cálida. Fuera un cielo gris oscuro contagia el interior de una luz tenue y amiga, la lluvia en el tejado me recuerda cuan protegida estoy, durante diez minutos no suena el teléfono.
Una conversación profunda con alguien que me recuerda que no es posible la plenitud sin alinear la energía física con la energía mental/emocional y con la energía sutil o espiritual y eso en un espacio amoroso de gran concentración. Una pequeña revelación que en ese momento se hace experiencia: La vida es una danza, me regala.
Una tarde casi noche, después de un largo y denso día de trabajo, después de pasear bajo la lluvia con Bruna, mi perra y compañera de piso, después de no dormir apenas nada la noche anterior. Llego a casa, cierro la puerta con llave, desconecto los teléfonos, me pongo mi pijama de franela sólo destinado a ser exibido en mi más estricta soledad. Por los altavoces de mi Ipod la sinfonía de la cantata 18 de Bach………la mente se acopla a la música y los ojos lentamente reposan.
Ayer recibo un mail de alguien querido que me/nos describe lo que para mi es otro momento perfecto:
Mientras escribo veo el amanecer a través de los tejados y antenas de Barcelona,
alguna gaviota que vuela sin jersey ni bufanda… y doy la bienvenida a este
maravilloso día que inicia, doy gracias al sol que seguirá iluminándonos aunque sea
a través de las nubes y os doy gracias por existir, por ser y estar.

Inició el año y nuestras energías siguen moviéndose y moviéndonos. Nuestros
corazones laten y nuestras almas quizá querrían ser como la gaviota que vuela
libremente o más aun, como el águila imperial que no permite que los pollos la
asfixien. Vive en la inmensidad del cielo, en lo alto de las montañas, desde donde
puede observar y ver.

Y por eso os escribo, para invitaros a iniciar el día volando, conectando con
vuestra águila imperial, con vuestro ser real… por las mañanas meditar y dar la
bienvenida al día para iniciarlo con un doble motor, con esa energía invisible que
puede acompañarte durante el día, si le dejas. Observar y ver. Ver y darse cuenta.
Ver y sentir. Sentir es vivir. Vivir es servir. Servir desde la energía invisible
que nos hace trascender.

Perfecto momento el de Míriam que le inspira invitarnos a SER y el mío al leerlo.

1 comentario:

enric dijo...

No se si son moments perfectes, pero si son moments en els que dones les gracies per viure, i per viurels