Pepe

Hay personas que pasan por esta vida y no dejan nada o lo que dejan no construye a veces hasta es destructivo. Los destructores la historia los recuerda como ejemplos execrables de lo peor de la humanidad. A los que no dejan nada los castigamos con el olvido.

Por el contrario cuando aparece en este planeta alguien que nos aporta luz, inspiración, alegría, generosidad, mejora enormemente nuestras vidas, su recuerdo lo fijamos en nuestras neuronas y lo que es mejor incorporamos algunas de aquellas condiciones o habilidades o actitudes que nos admiran a nuestra vida. De alguna manera convertimos nuestra admiración en biología, en algo que ya forma parte intrínseca de nosotros y que tal vez con suerte lo heredaran los que nos sucedan en esta ardua misión de mejorar “un poquito” este planeta.

Todo esto viene a cuento porqué mi hijo Marc ha dedicado su libro “Call center” a su abuelo, mi padre. Cuando recibí la publicación me sentí arrebolada por el orgullo, una sensación ya conocida por repetida. Era un punto más que confirma lo que desde hace 31 años sé. Cuando leí la dedicatoria mi sentimiento se hizo más profundo y se fue por los caminos del sentido de la vida. Del sentido de la vida de mi padre que hoy mi hijo me había recordado en un acto de exquisito reconocimiento.

Mi padre sigue viviendo en cada uno de nosotros, y si nos fijamos con atención es fácil verlo en gestos, en actitudes, en las palabras pero sobre todo en las risas. Porqué forma parte de nuestro ser más profundo.

Mi padre fue un hombre silencioso enamorado de la alegría, Fue un nuevo rey Midas, aunque él no convertía en oro lo que tocaba sino en humor, en alegría, en diversión.

Gràcies Marc per ser agraït i prou intel·ligent com per saber que allò que tant ens agrada de tu, la teva creació, aquests texts carregats d’humor intel·ligent, d’ironia, tenen un segell que t’ha estat transmès i que has volgut incorporar i que tant be cuides.