02 abril 2007

De prolegómenos y nieblas


Mon y yo nunca viajamos ligeras y algo debe de pasar porqué dicen las voces sabias que envejecer consiste en saber desprenderse pero nosotras cuando viajamos, aunque sea aquí al lado y por cuatro días, nos llevamos lo que nos parece imprescindible a saber: Mi perra Bruna(no es que sea imprescindible, pero abandonarla sería imperdonable), tres bolsas, la suya, la mía y la de ella, los libros que vamos a leer, los discos que vamos a escuchar, las películas que vamos a ver y como no el ordenador que me permite escribir esto, jugar al solitario y especialmente elegir del archivo de Mon alguna de las “pelis” que hemos dejado escapar de las grandes pantallas.

La niebla nos envuelve en la Collada de Toses y llegamos con una lluvia y un vendaval propios del mejor inicio para una aventura si no fuera porqué Mon me advierte que, con este frío ella se desapunta de la sección aventuras y se va a instalar en la sección cultura apartado literatura y saca un librote, el último de la Almudena Grandes, que pretende tragarse solita en 4 días.

Como sé que lo que importa del viaje a Itaca es el recorrido, yo también me pierdo en la sección libros mientras el silencio sólo interrumpido por el sonido del agua en los cristales nos recrea esos momentos en los que una se siente presente. Se crea ese momento que no siempre se encuentra y que tiene forma de armonía y gesto de felicidad.
Para entonces empieza a nevar .

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