15 septiembre 2006

Desorientación

La brújula se estropeó en el momento en que el sol se ponía y las sombras empezaban a oscurecer las copas de los árboles. La brújula señalaba el norte en las antípodas de la estrella Polar. Ella intentó lanzar la brújula, deshacerse de ella con una mueca de disgusto, pero la brújula no caía de sus manos. Las sombras ya cubrían los árboles y los pájaros callaban dando densidad al silencio. Nada era tan apropiado en aquel momento como deshacerse de los objetos inútiles, aunque aquella brújula manifestaba una terquedad asombrosa.
Ella miró la luna y entendió una frase que salio de los labios del satélite que la perturbó, bajó los ojos, metió la brújula en el bolsillo y apoyó la espalda en un roble, la brújula jamás le indicaría nada pero su fidelidad le dio luz durante la noche.
A veces lo inútil se hace imprescindible.

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