04 febrero 2006

Desde el corazón de la alcachofa

Alguien que aprecia mi esfuerzo por escribir en este blog, me comenta su alegría por mi decisión de reavivarlo. Me empiezo a sentir alagada, cuando añade que en mis últimos post bien podría parecer que los hubiera escrito algo “emporrada”. Quedo atónita, seguramente por apenas disponer de tiempo para pasar de la autosatisfacción al desconcierto. No fumo y menos porros, fue por un día que me sentaron mal, pero mi pregunta es la siguiente: ¿A ustedes, amigos y amigas letor@s les parece que mis pequeños relatos sobre la magia de los instantes vividos, la recreación de aquellos momentos que se ocultan a veces a nuestra conciencia, tiene que ver con un estado de relajación y/o tal vez de conciencia alterada? Pues tal vez sí y tanta meditación me altere la percepción. Pensándolo bien, no me parece mal. Por ejemplo, hoy mientras preparaba unas alcachofas que pretendía guisar enteras a fuego lento, mientras separaba las hojas más superficiales para dejar el corazón blanco y tierno me iluminó la mente la idea que la superficie de las cosas siempre recoge todo aquello que sin rumbo se le adhiere. Ella, la superficie, está llena de otras circunstancias que la singulariza. Por el contrario el fondo intacto conserva la pureza, lo delicado, lo intocable, lo frágil.
Prefiero el riesgo de llevar adherido el polvo, las arrugas, las cicatrices al blanco impoluto de la misma belleza, tan inalcanzable

Si eso creo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Em sap greu no haver-me explicat prou bé. Saps com admiro la teva forma d'escriure. Probablement i degut a la meva incapacitat per fer-ho com tu ho comparo a estats "flotants " de la ment, que són els que a mi m'inspiren. Però a tu la inspiració et ve de forma natural. Quina sort.