Mi perrita Bruna, empleo el diminutivo aunque suene finopijo, ya que decir mi perra Bruna, hoy no sé porqué, pero me suena un poco soez. Decía que Bruna está enfadada conmigo. La razón es que me he cambiado el sofá en el que reposábamos ambas dos tan ricamente de la larga jornada a que la vida profesional nos somete. Y ahora con el nuevo sofá, tan bonito y tan limpio pues no la dejo subir por temor a a que me lo estropee. Ella que es muy sentida se retira ofendida a su habitación dejándome sola disfrutar de mi nueva compra. Yo la entiendo no vayáis a creer y como me siento culpable la atiborro a chuchearías para demostrarle que no soy tan mala y que yo también la extraño, exactamente por este orden. Pero ella que acepta con agrado recibir las “chuches”, al momento de comérselas vuelve a hacerse la digna y a dejarme sola. Al lado de mi sillón relax donde el placer de la comodidad se me hace indescriptible, le pongo un cómodo colchoncillo destinado también a su reposo, pero nada, terca que terca se va.
La comodidad inenarrable del sillón relax me consuela de la soledad a la que me somete pero extraño mucho su compañía, su cabeza en mis rodillas mientras ambas nos zampamos la serie “Los Serrano”.
Lo cierto es que no sé como resolver tan importante dilema.
Lectores os pido que me ayudéis con algún consejo aunque sea malo.
Gracias por adelantado!
La comodidad inenarrable del sillón relax me consuela de la soledad a la que me somete pero extraño mucho su compañía, su cabeza en mis rodillas mientras ambas nos zampamos la serie “Los Serrano”.
Lo cierto es que no sé como resolver tan importante dilema.
Lectores os pido que me ayudéis con algún consejo aunque sea malo.
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