
Atendí a la agonía de mi padre y comprendí a través de esa experiencia que debía de conocer mejor ese final que nos espera. Me construí el ego y esa fue la meta.
A partir de los 50 entré en una crisis existencial. Bien, me dije, llevo a mis espaldas medio siglo de vida y seria interesante integrar todos los sistemas de creencias que me han servido para construir ese paradigma propio, intransferible, íntimo que es mi vida. Deshilar aquellas creencias, circunstancias, sentimientos que me han ayudado a construir y a destruir.
En eso estoy, no estoy sola como pensé en mi infancia, no soy una identidad independiente como creí después ni estoy aquí para sentir la intensidad del placer o del dolor aunque todo eso también soy yo o mi idea de mi.
Desde la suerte de haber vivido y de vivir una vida cada día más plena por más consciente, me siento fuerte para cerrar la etapa que me anunciaban los 50 y que hoy para mi es otro desafío que se inicia por intensificar mi consciencia de cada momento, lentificar el tiempo, gozar de los momentos. De eso se trata de gozar y como en algún post he enunciado deconstruir el ego mientras intensifico la vida.